lunes, 25 de febrero de 2008

· El Baile de las Márcaras ·

Ochocientos mil quinientos kilos de plomo cayeron sobre su espalda.
Sin embargo, ya no chocaron contra esa muralla medio rota que solía llamar su "escudo".

No.
Ahora se encuentra al descubierto. De forma mínima, irreconocible.

Y es que encontró una manera mejor de protegerse: arriesgando su propia identidad.

Claro, de forma inconsciente fue separándose en pedacitos.