lunes, 28 de julio de 2008

· Celeste is happy too ·

Me pregunto si podré
revivir el mundo en este día tan
nublado.

y sigue. La vida agitada. Que el perro casi muerto, y el escándalo familiar. Llantos y la hermana grande morbosa.. que mira la herida, que mira el hoyo curiosa. Está movida la cosa, el presente camina a pasos agigantados para alcanzar el futuro anhelado, ese que se delimita como espejismo frente a nuestros ojos, pero fijo, porque existe. Solo falta caminar unos cuantos meses, recorrer unas pocas épocas. Porque pasarán las estaciones; el invierno se sucederá cálidamente (como burlándose del anterior, como queriendo echar abajo los prejuicios) hasta una primavera mucho más amigable aún con las alergias (que afectan a todos menos a ella) y así, así el verano y el otoño, así por años y décadas. Juntos, al final.

y siguió. Básicamente porque no confiamos en el término. Quisimos creer que se prolongaría, y entonces el final se deshizo. Para nuestra suerte, eso que creímos tan fuerte no nos engañó, y ahora nos impulsa a caminar apresuradamente (pero con cuidado, no debemos caernos en los hoyos, ni siquiera en el del perro), pero lento. Y los siglos parecen minutos. Porque eran minutos, y esta permanencia eterna es paradójicamente guiada por el cruce de nuestras manos al recorrer el siempre fiel parque (que nos vio nacer, morir, resucitar y ser). ¿Perduró porque jamás creímos en el desenlace?.

y seguirá. Así, con el cine y la dieta. Con el ron y las papas fritas (con ketchup). Para seguir yo también, loca por esos sueños que veo reflejados en tus ojos (y sólo en ellos), adicta a ver surgir desde lo más profundo mis alegrías, desde ese hoyo que creí infinito y donde hoy se desatan las más increíbles carcajadas. La felicidad agitada, a la vuelta de la esquina, a unos pasos en la vereda, a unos centímetros de tu boca. Justo ahí. Donde respiramos el mismo oxígeno.

Just like that, y por varias razones; se acabaron los días de auto limitación. Hoy las ideas llueven; llueven a lo tropical, sobre un terreno caluroso, húmedo. Nada opaca, cuando lo único relevante es mi cabeza apoyada a tu pecho, o tus manos acariciando mi mejilla.

martes, 22 de julio de 2008

· He de llorar ·

Lo peor es perder un escrito. Es comparable a perder un trozo de vida, o a un ser querido. Los que escriben me entienden. Incluso una pequeña expresión de eso se entiende cuando fotolog borra los post, y la impotencia es incontenible.
Bueno, acabo de perder un trozo de mi alma, de mi corazón y vida.
He de llorar.

jueves, 3 de julio de 2008

· Vista a través de un nuevo cristal ·

Apoyé la oreja en la pared helada, lisa. Escuchaba murmullos lejanos a tan solo unos pasos de mi existencia. Cerré los ojos para concentrar mi atención.
Inútil: aunque las voces parecían querer dirigirse a mí (y solo a mí). Como enviciadas con alguna especie de agonía eterna, una agonía que las obligaba a vomitar consejos, palabras y frases cliché sobre mis pies cansados, sobre mi cara demacrada, sobre mi cuerpo exhausto.
Me arrodillé en las cerámicas frías, sentí el ardor de las heridas en cada uno de los centímetros de mi piel. Toqué mi rostro y descubrí sangre, toqué mi pecho y sentí la carne tibia y viva del músculo palpitante.
Arrastré mi cuerpo hacia el marco de la puerta, recorrí con la vista el cuarto oscuro-luminoso.
Sentí el viento en mi cara. Frío, salado. Y vi nuevamente el mar, ese mar en donde hace algunos días lancé lejos los barquitos. Bien lejos. Para que encontraran su propio destino. Ese que no se corresponde al mío, que no tiene equivalencia en mis proyectos, que no tiene futuro en mi futuro.
La luz me dañó los ojos.
Apoyé la oreja sobre la pared helada, lisa. Escuché los murmullos cada vez más cercanos.
El agua llegó hasta mis rodillas. La sal terminó por agudizar el dolor de las heridas permanentes.
Y sentí que me dejaba llevar. Sí, por esa corriente que no quiso detenerse. Por esas olas que me abrazaban cálidamente, y me llevaban lejos, sí; a cualquier destino lejos de este mundo, de esta tierra, de este presente, de esos barcos y de ese horizonte que no me pertenece.

Los murmullos se volvieron griteríos. A medio centímetro oí la voz que tanto me había estado llamando, buscando. La espuma y el agua fueron testigos. Porque nos enredamos.

Y no eran murmullos, ni gritos...

eran tus palabras; de esas suaves y tibias.

I'm dying of love
it's OK