martes, 30 de noviembre de 2010

·Don't look back into black·

Esas sombras que aún me persiguen, pisándome los talones, tirándome hacia atrás. Y cada vez que doy vuelta la cara para intentar distinguir entre la oscuridad se interponen entre tú y yo, ganando la carrera, la medalla de oro. Y entonces se ríen y bailan mientras yo, sola en ese rincón, oculta entre las ruinas de un pasado lejano que llevo a cuestas, veo que las ninfas cobran vida. Bellas, majestuosas. Y yo, decrépita, sólo sé observar desde ese rincón, despojada ya del yunque de mis espaldas, pero olvidada, pero abandonada, pero vencida. 

Yo no soy quien mira hacia atrás, sino que es ese atrás el que me escruta con violencia, el que me vigila, esperando el momento exacto para destruirme.  

martes, 7 de septiembre de 2010

·Julio y agosto·

Julio y agosto transcurrieron sin letras que atestiguaran su existencia. Realmente me cuestiono si sirvo para esto de la escritura creativa, o si estoy destinada a perecer enterrada en el hoyo secundario de los académicos (esos que saben leer, pero no escribir). Quisiera la tumba de los escritores, que está al ladito, pero es mucho más alta (y más escasa). En fin. Julio y agosto... ¿Qué fue de ellos?
Hoy supe de la imbecilidad de los posmodernos al querer realizar poesía sin mímesis.
Y es que la mímesis lo es todo, ¡todo!
Si digo "sol" me estoy refiriendo no a un concepto, sino a un ente de la realidad. Si me refiero a un ente de la realidad, a través de otro formato que no sea la realidad misma, estoy necesariamente IMITANDO. Pero no, ellos querían escribir sin mímesis.
Así que julio y agosto no tienen su correlato. No tienen la compañía de las letras que les darían vida eterna (o eterna hasta que blogspot decida desaparecer). Julio y agosto no tienen su mímesis.
Pero fueron buenos meses. Buenos como todos los que he tenido hasta ahora.
Quizás me falta la gota adolescente para crear textos de mayor intensidad, y al parecer mi desorden hormonal no es suficiente para volver a los 17.
En fin, julio y agosto quedarán, al menos, grabados como los meses de menos inspiración.
O quizás como el vago pero indudable registro de mi incapacidad literaria. O quizás la triste realidad representada a través de un hueco en una página web. O quizás todo eso junto. O quizás nada de eso.

jueves, 3 de junio de 2010

·Pasado imperfecto·


Un grito apagado,
un ojo girando,
una noche de llanto,
un tiempo acabado,
la sonrisa inventando,
la mano carcomida,
la sonrisa perdida,
tu son-risa ahora es llanto,
y yo, yo culpa,
yo ruina, yo causa,
de la boca torciente
de la luna en eclipse
de la llama mojada,
de la vida acabada.

martes, 4 de mayo de 2010

·La ira·

Esto ya se está convirtiendo en una especie de diario de vida, como aquellos que con tanto fervor solía llenar de tinta durante la infancia. Supongo que desde ese momento me hablo un poco a mí misma, y puedo escribir en primera persona sin sentirme demasiado yo-yoísta. Aunque finalmente sí, me gusta hablar de mí misma (y a mí misma), pero me gustaría también que los demás no interpretaran mis escritos como el reflejo de mis sentimientos, porque claramente los coloreo y lleno de palabras retóricas y literarias (esas que Morelli intentaba evitar a toda costa).
Quizás no sea tan mala esta idea de una especie de diario de vida literario, aunque siempre dejando en claro que el narrador nunca debe ser pensado como lo mismo que el autor, por más que este haga reiteradas alusiones a la realidad.


Entonces comenzaré escribiendo que hoy me he sentido oficialmente frente a una pared obstinada y algo irrespetuosa. Lo que más me gusta, de hecho, es que estas líneas jamás me responderán inmediatamente a mis continuos ataques (a menudo frontales). No es sino su relectura la que me da las respuestas... sin embargo ahora, en este preciso instante, puedo llenarla de garabatos e insultos y la respuesta será... nada, o más bien, sólo esa sumisión de la hoja, en donde todo cabe. El problema es quizás esa relectura y el momento en el que te abofetea, o se ríe de ti. El momento aquel es para mí el peor, porque el shock es inevitable. Mi impotencia y mi incapacidad de manejar la ira quiebra mi voz antes de poder devolver el ataque con dignidad... sin embargo la ira estalla mucho antes dentro mío, reventando mis vísceras, que comienzan a salir y chorrear junto con la sangre a través de lo múltiples orificios con los que el ser humano ha sido dotado. Así que en esas situaciones prefiero abandonar.
¿Pero abandonar para qué? ¿Para qué ponerse tapones en los orificios? El resultado será evidente: la podredumbre. Así que ando un tiempo así, media podrida, fétida de ira y de esa explosión llena de azufre que condena mi estado de ánimo por algunas horas.

Hasta ahora el olor se hacía insoportable, pero supongo que disminuirá, como siempre lo hace. Y no hago más que esperar a que esa pared fría se haya entibiado un poco, para que me responda y no me ignore tan blanca, tan lisa, tan lejana.

domingo, 2 de mayo de 2010

·Sentido·

La relatividad de los asuntos es algo que a veces me desespera. ¿Por qué en ciertas conversaciones no puede darse, mágicamente, el unívoco? Ciertamente simplificaría un montón de interpretaciones erróneas y, además, nos ahorraría una serie de malentendidos absolutamente no deseables...
Pero, ¿qué haríamos con la literatura? Si la literatura se transformara en unívoca perdería todo aquello que nos llama a leerla y releerla, a quedarnos estirados en la cama, con el libro terminado en la mano y mirando el techo, intentando digerir. Si la literatura tuviera una sola respuesta, estaríamos quebrando el principio de informatividad (sí, jajaja, lingüística del texto es algo que me tiene un tanto traumada) y le creo a De Beaugrande y Dressler que nos aburriríamos como ostras. Sería "más aburrido que acuario e' almejas", como decía un amigo...
Y sin embargo sería tan bueno que en ciertas ocasiones hubiese un sólo sentido en lo que se transmite. Seguramente dejaríamos de repasar las palabras una y otra vez en búsqueda del sentido que nos beneficiaría en un grado mayor, para darnos cuenta finalmente que, aunque tras la dislocación del entorno pragmático, nuestra interpretación quede bonita y cerrada en sí misma no es, lamentablemente, lo que en verdad se quiere decir.
¿Pueden verdaderamente coincidir el emisor y el receptor en lo que se dice? Porque... todos sabemos lo que una mesa es, pero para mí es café, más o menos pequeña y con seis o cuatro sillas. Pero para ti es, quizás, una mesa enorme con ocho o más, ovalada o rectangular. No. Nunca podremos coincidir más que en un 90% o quizás menos. Y así cada uno con su mundo textual...
En fin, me gustaría que en este momento la frase que analizo tuviera menos de dos interpretaciones, y que la duda o la certeza de que la interpretación mía es la fantasiosamente errada no me persiguiera justamente ahora, cuando una lágrima se desliza por mi mejilla.

jueves, 29 de abril de 2010

·Faces·


El simulacro te traicionará en algún minuto, en cuanto esa máscara pálida y fría pierda su contextura, cuando la fisionomía delate tu doble estándar, o cuando las disyunciones se acaben ineluctablemente.
Entonces veremos ese cráneo negro, sucio de mentiras y de apestosas farsas. Y los huesos podridos ya no podrán recuperarse. Estarán muertos y carcomidos por el cáncer en fase cuatro, por la ficción y por el teatro.

viernes, 16 de abril de 2010

·Veneno·


Esa copa de veneno negro, en la esquina de la mesa. Una aureola oscurece la madera, donde la copa de veneno negro se apoya, pudriendo. El cristal de esa copa de veneno negro, salpicado de veneno negro. La mano que en un ademán violento sujeta la copa de veneno negro, dejando caer de ese veneno negro, en un traje también negro. El líquido negro que golpea las ventanas, acompasando el momento con una marcha, tac tac tac tac. Suena el vidrio, herido por esa lluvia negra, que penetra por la hendidura corroída que nunca reparó. La mano sujetando la copa de veneno negro, sintiendo el calor tóxico vulnerando las capas de la piel. Ese veneno negro, en esa copa contenido. De un trago se lo bebe, se bebe el veneno desde la copa de veneno negro, y siente poco a poco morir sus entrañas, el grito desesperado de sus órganos, y luego el silencio,
el silencio y un sueño negro.

martes, 13 de abril de 2010

· - ·


El peligro que me acosa, me sanciona.

La razón que me cobija, se diluye.
El miedo, aliado eterno, se transluce.
Y esa mano, amada mía, que me toma.

La sombra en el parapeto, me repite.
El calor de mis mejillas, me incinera.
El simulacro de ojos verdes, se desmiente.

Y esa lluvia que me aplasta y que me yerme.

Te repito en el peligro que desmientes,
te sujeto con la mano que incineras,
la razón que nos persigue se desmiente,
y esa lluvia nos aplasta y nos yerme,
amado mío...
el calor de mis mejillas me sanciona.


jueves, 25 de marzo de 2010

·Fugitiva·

La inspiración se ha ido disipando, como quien, expirando el humo del cigarro, ve desaparecer entre las transparentes partículas de aire (y smog, y sudor) a las no-transparente partículas de tabaco.
Así es que cuando me miro en este espejo me deduzco fugitiva.
Ya no hay sombras que me conmuevan y me retuerzan el alma con instinto asesino.
Ahora soy feliz.
La felicidad me parece tan fugitiva como yo, promiscua y toqueteada.
Ahora lo estoy comenzando a comprender todo...
por qué me he alejado de la escritura
por qué considero que la universidad no es mi único mundo
por qué mi rostro ya no es serio cuando camino
por qué estoy escuchando canciones poperas
por qué me alegra pintarme las uñas azules
Y es que las ataduras han desaparecido.

Estoy consciente de que jamás había escrito algo tan precario y falto de intriga (ese gustito que me guiaba como un vaivén de una oración a otra, sin el mayor peligro de perder el ritmo).
Ahora debo reinventarme como escritora.
Ahora debo aprender a escribir desde distintos ángulos.

¿Pero cuánto, cuánto me va a costar?

De cualquier forma soy capaz de cambiar la escritura por la felicidad.
Esa felicidad que de promiscua ha llegado a pertenecerme.

Sólo espero encontrar el hilo que me permita salir del laberinto de la no-creación.
Y dejar que las letras me alcancen para sumergirme en ellas.