Últimamente, y a pesar de los muchos intentos por evitar (paradójicamente) encarar la inevitable realidad, hace unos días se ha entretenido presentándose cruda ante mis ojos... Y esa crudeza desde ambos sentidos; inmadura y difícil. La veo como una ola tal cual tsunami, y a ratos pareciera detenerse de súbito para dar paso a dolorosos "flashback" (raccontos, si se quiere ser más literario), que caen como piedras en mi estómago alargándolo casi hasta el suelo. Difícil situación cuando se pierde la capacidad de discernir sobre la veracidad de la felicidad propia, que hace unas cuantas semanas aparece estimulada por una pastilla diaria después de cada desayuno.
Me resulta aún más complicado hilar la alborotada cantidad de sentimientos que quieren despedirse de mí para ir a 'un más allá'; un más allá que sea capaz de ordenarlas, tal vez hasta analizarlas. Pero pareciera que el imán opresor, o esa incapacidad de los humanos de sentirse menos humanos o más vacíos al momento de no sufrir, quisiera tatuarlos dentro de mi fisionomía mediocre... (las arrugas invisibles...).
Me encuentro en el punto sin alternativas; no existe un pasado más que el de la página anterior, y la realidad de la que solía escapar pareció encontrarme más rápido de lo que creí. Pero en ese mismo punto se abren incógnitas que no me siento en posición de analizar; ¿Cómo poder diferenciar si una alegría es verídica o consecuencia de algunos químicos? Y en base a eso, ¿Qué otra reflexión puedo hacer?... ¿Cómo podría enfrentarme a la realidad (que por cierto, ya me encontró, pero que nunca anduvo perdida ni yo separada de ella) si no conozco mi propio estado, mis propias armas..., si no tengo conciencia alguna de si me hallo apta, o en absoluta desventaja frente a la próxima batalla?.
Es como la adrenalina al cruzar la cuerda floja; un paso hacia adelante podría significar en falso (o el llegar hacia el otro lado), y el camino recorrido ya es sólo eso; el camino recorrido.
Me resulta aún más complicado hilar la alborotada cantidad de sentimientos que quieren despedirse de mí para ir a 'un más allá'; un más allá que sea capaz de ordenarlas, tal vez hasta analizarlas. Pero pareciera que el imán opresor, o esa incapacidad de los humanos de sentirse menos humanos o más vacíos al momento de no sufrir, quisiera tatuarlos dentro de mi fisionomía mediocre... (las arrugas invisibles...).
Me encuentro en el punto sin alternativas; no existe un pasado más que el de la página anterior, y la realidad de la que solía escapar pareció encontrarme más rápido de lo que creí. Pero en ese mismo punto se abren incógnitas que no me siento en posición de analizar; ¿Cómo poder diferenciar si una alegría es verídica o consecuencia de algunos químicos? Y en base a eso, ¿Qué otra reflexión puedo hacer?... ¿Cómo podría enfrentarme a la realidad (que por cierto, ya me encontró, pero que nunca anduvo perdida ni yo separada de ella) si no conozco mi propio estado, mis propias armas..., si no tengo conciencia alguna de si me hallo apta, o en absoluta desventaja frente a la próxima batalla?.
Es como la adrenalina al cruzar la cuerda floja; un paso hacia adelante podría significar en falso (o el llegar hacia el otro lado), y el camino recorrido ya es sólo eso; el camino recorrido.
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