miércoles, 15 de abril de 2009

· Es Ca Pe ·



Siempre he sentido que hay momentos implícitos para escaparse de lo cotidiano, y que la gente pasa a su lado ignorándolos por completo, mirando a través de ellos como si fuesen simple bruma, simple vidrio que empaña un poco el paisaje sin ser capaz de determinar nada...
Es como si fuesen incapaces de comprender la realidad desde afuera, siendo una especie de tercera persona impersonal, o narrador semi-omnisciente (porque es sólo un observador y no un sabelotodo). No digo que yo lo sea, y que esté por sobre esos cientos de pies y brazos que recorren las calles. Pero sí creo que el sentido se lo encuentro a la vida en los detalles más pequeños, de una manera casi...

Camino hacia mi casa. Es un día como cualquier otro: requirió un sacrificio en la mañana, luego de una noche de estudio, soportó el olor a humano en el transporte público, el cerebro trabajó con intensidad.
Camino hacia mi casa. A esa hora no me gusta escuchar música. El calor y las guitarras rockeras no pegan, sino que abruman. A menos que sea algo suavecito. No. Durante el viaje no, cuando camino sí. Un suavecito Are you there.

O quizás sin baladas. Quizás sólo oyendo el viento que roza mi cara, mis ojos, que eleva mi pelo. Y entonces me siento dejar de caminar y floto. Floto hacia mi casa, dejándome llevar por esa brisa del atardecer, de los autos rápidos y apurados por llegar a alguna parte, de las personas histéricas por el bullicio. Y es mágico... me paseo entre aquellos que no sienten la felicidad de contemplar el cielo, el movimiento de las hojas de los árboles altos... Floto hacia mi casa mirando el detalle, aunque sea mínimo.

Observo la vida. La vida me llena de sentimientos, que se revuelven, que me renuevan, que me entretienen. Y me maravillo de su existencia en cada una de sus expresiones, incluso en aquel viento que me dirige, que es inerte, pero a la vez tan lleno de significados...

Llego a mi casa. Abro la reja. Vuelvo a lo cotidiano. Pero ya tuve ese momento de escape. Semi-romanticista. Sólo falta la mano que abrace la mía [Tú].
El mundo es perfecto. Podemos hacer lo que queramos, podemos ser semi-omniscientes y mirar desde afuera. Sí. Y eso me renueva. Podemos dejar llevar nuestra vida por la vida misma.

Y yo soy feliz sintiendo el aroma de ese juego que brota cada vez que camino hacia mi casa. Sonrío porque sé que hay tanto por conocer y tan poco tiempo, y que será juntos.

Nadie podrá arrebatarme este cuerpo lleno de vida. Y nadie podrá opacar la imagen del mundo que sé observar. Nadie. Incluso aunque todos me digan o aunque todos intenten convencerme, Incluso aunque estén todos convencidos... Nunca, jamás seré de los que creen, que aquel aire que respiro a bocanadas... está cargado de humo.

(I don't have a life all mine to lose. I have a life all mine to live.)

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