miércoles, 23 de mayo de 2012

·Happiness·

Cuando pensamos que ya no podía más.
Y estamos aquí, pensando en jamás aterrizar. 
Resulta tan ridícula la idea del infinito hace unos cuantos años, cuando ahora el infinito se retuerce para ser una expresión banal. Qué sabía el infinito de hace dos años con el infinito de hoy día, frente a mi computador.
Qué sabíamos.
No sabíamos que la eternidad estaba hecha para pertenecernos. 
Estaba hecha para que el aterrizaje nunca se efectuara
para que levitáramos. 
Y son tan lejanas ya esas letras... de don't look back in the black, o de i'll try to forget you and i know that i will. Tan ilusas. Tan. Tan todo. Tan incapaces de predecir.
Porque no sabíamos que no aterrizaríamos jamás, que nos juntaríamos allá. O aquí. En esta eternidad tan limpia del black. 
Ya no existe el run rabbit run. Ya no existe olvidar el sol y esconderme.
Ahora sé.
El back down solo parece una vieja historia adolescente cuando te veo a ti,
llevándome hacia allá. Hacia ese cielo del que no pensamos aterrizar, del que no queremos aterrizar.
Me río del pasado. Me río del "back", del "down", del "black". Porque ahora es todo así: futuro, arriba, luz.

lunes, 7 de noviembre de 2011

· Pelusa ·

Llegaste un día no cualquiera: anochecía y estaba a punto de llover aquí en Santiago, y nosotros en la virgen del cerro San Cristóbal. Una bola de pelos... o más bien, garrapatas, pulgas y quizás algo de pelo. Chiquitita...
Te metimos a la maleta y partimos en el auto blanco. Al llegar te escondiste entre la rueda de repuesto y no podíamos sacarte, pero al final lo logramos, mi mamá te bañó, te quitó las plagas y vimos la pequeña bola de pelo que realmente eras. Pelusa.
Mi abue dijo que era el mejor nombre, porque eso parecías: una pelusa pequeña, tan tan pequeña...
y desde entonces me ayudaste siempre.
Yo le tenía miedo a los perros, pero desde que llegaste tú, nunca más. Y ese nunca más ahora se transformó en un amor desenfrenado y un tanto histérico por todo animal viviente de este planeta.
Así es, a mis tres-cuatro años llegaste, y lo recuerdo claramente.
Criarte no fue tan terrible (o no lo recuerdo tanto), porque siempre fuiste de patio, a la intemperie, nada de casas de perros ni techos, ni estar en la cama como el yoyo. Tú siempre en el patio, a pasto pelao, o tierra pelá, como buena quiltra fuerte y como gran fémina. No sé si te gustaba más Cerrillos o Maipú, pero cuando nos fuimos a Maipú aún eras cachorrita, y te gustaba perseguirte la cola... jaja, te quedabas de espaldas con la cola en tu boca y completamente estirada...
Cuando creciste eras loquita, corrías alrededor del patio con una energía que te daba la juventud. Esquivabas todos los arbustos y los árboles con una habilidad que no entendíamos... y también le robaste ese chaleco a mi papá, que finalmente pasó a ser tuyo. Supongo que fue una de tus grandes posesiones, ese chaleco medio morado (o de algún otro color indescriptible) que jugabas a morder, que con furia enorme defendías de los demás y con el que dormías en la noche. Después ese chaleco se puso extremadamente rancio y tuvimos que botarlo, pero no te importó demasiado...
Un día quedaste preñada. Nos contaron que, a pesar de que te dejamos en el patio de atrás, un pastor alemán había saltado la reja y... bueno, ya sabemos. En unos meses nacieron tus cachorritos. Eran siete y uno murió. Ahí sí que ocupaste tu casa (ni cuando llovía entrabas), para tener a tus seis hermosos hijos bien resguardados. Lo que más me sorprendió fue verte comer la caca de tus propios hijos.... no sabía que el amor de madre podía llegar a ese extremo. Como eran más que quiltros, los fuimos a regalar a la feria, y los regalamos casi todos. Yo tenía uno regalón, tú sabes, ese blanquito... jugaba con él y lo metía en la cuna que le adjudiqué: la bolsa de los perros de ropa. Y ahí estaba el pobre cachorro colgando a dos metros del suelo en una bolsa. Al final y como era chica, lo regalamos con la Palo... a un vecino a tres o cuatro casas más allá, a cambio de unos yogu yogu de mora (lo más preciado en esa época). Y esa fue la historia de tus hijos, ojalá alguno aún viva y siga con la misma fortaleza con la que tú soportaste casi diecinueve años.
Luego te operamos, y dormiste profundamente debajo de nuestras mesitas laterales encima del chaleco de payaso que me había tejido mi mamá....
El venirnos a vivir a un departamento debe ser lo más extraño que te había pasado. Por primera vez ya no había patio ni intemperie, y teníamos que ponerte una cadena para que pasearas. Nunca quisiste que te amarráramos nada alrededor del cuello. Eras libre, así siempre fuiste... no dejabas ni que te tomáramos en brazos, nos mordías incansablemente hasta que te soltábamos. Así que fue una verdadera hazaña el sacarte a pasear. Aún así no creo que te haya gustado mucho vivir acá, pero al menos sé que tu juventud la pasaste en libertad: corriendo por los pasajes de maipú, en donde el pasear a los perros aún no es práctica común y ellos corren libres hasta que se cansan y luego vuelven a sus casas.
Al menos tenías la playa... uff te encantó conocer la playa, las quebradas, el canal... acompañabas siempre a mis hermanos y mi papá en sus excursiones por la quebrada, te encantaba saltar y seguirles el paso. Siempre fuiste más rápida que nosotros. Luego la playa fue más un lugar de descanso y de libertad, algo parecido a lo que nos pasa a nosotros cuando logramos huir de este edificio que ahora es nuestro hogar (un secreto: yo extraño Maipú tanto como tú).
Te fuiste haciendo vieja, Pelu. Y un día llegué a la casa y te habías perdido... no sabes cómo corrí sin parar gritando tu nombre y llorando. Nunca había corrido tanto. Finalmente te encontré y me lancé al suelo, lo había hecho.. estabas sana y salva... Sin embargo no me di cuenta que ese era el comienzo de tu desorientación...
Un tiempo después te me escapaste y cruzaste los leones a toda velocidad. El yoyo te siguió y ambos me hicieron pasar uno de los sustos más grandes de la vida. Sin pensar en nada corrí tras ustedes y ni me fijé si venían los autos o las micros. No tenía sus cadenas ni nada y me lancé a la vereda para atraparlos y me hice la cicatriz de la rodilla más fea que tengo (y que no me hice de chica, cosa rara...).
Entonces ya no caminabas tanto. Te dábamos la vuelta a la manzana y te cansabas mucho.
Hasta que ya no saliste más.
Viejita, te deterioraste en un par de años, pero seguías siéndonos tan fiel. Tus cataratas eran cada vez más profundas y ya no oías nada. Pero eso no era tan terrible, seguías paseándote por el pasillo, comiendo feliz, siendo regalona.... después llegaron los problemas mayores: te dolían tus piernitas, apenas podían tu peso, y los pañales.
Cuando llegaste aprendiste a usar la caja primero y ahora nada...
Hoy he tenido que tomar una de las decisiones más difíciles de mi vida. Ya no parabas de llorar y gemir todas las noches... estabas tan cansada, Pelu... de vivir, de vivir casi un récord guiness de edad de perros. Esperamos poder haber calmado tu dolor. Creemos que tomamos la decisión correcta.
Te amamos Pelu. Te amamos desde el momento en que eras esa bola de garrapatas y pulgas, antes de que siquiera te llamaras Pelusa. Gracias por todo el amor que nos entregaste, tu lealtad infinita. Eres más recordada de lo que crees, eres legendaria. Y yo solo espero haber hecho lo correcto. Espero que puedas perdonarme, Pelu. Espero que estés descansando. Yo sé que estás descansando...
ahora estás al lado del litre, a la sombra y libre, en la playa... tu lugar se llenará de flores y será para nosotros siempre nuestro santuario personal. Tú eres quien nos mira quién sabe desde dónde, desde la tierra misma, desde la pachamama. Cuídanos desde la pachamama, Pelu. Nosotros acá seguiremos juntos y recordándote siempre. Solo esperamos que tu vida haya sido plena, desde el día en que te encontramos. Gracias por todo.
Gracias.

lunes, 30 de mayo de 2011

·Divagaciones·

Siempre me he autoproclamado una amalgama. Sin embargo, tan solo hoy me di cuenta de que todos mis pensamientos y "haceres" van en una misma línea. Quizás, pensé, no soy tan un revoltijo como creía. Quizás soy mucho más simple, más comprensible y más fome. Entonces miré hacia el lado y te vi: tú sí que eres una amalgama. Eres una mezcla extraña de conocimientos, intereses, formas de vida. Eres deportista y eres escritor. Eres músico e ingeniero. Eres intelectual y te gustan los autos. Eres todo. Eres absolutamente todo. Hasta eres mi Totoro personal...
Así que supongo que esta amalgama se enamoró de una amalgama mayor. Y quizás esas mezclas heterogéneas se homogenizan en un punto, en una "juntura"...
qué divertida la vida. Amalgama es la unión de elementos dispares y, también, la aleación de metales.
Un consejo: no busques esta palabra en imágenes de google.
Otro consejo:

así es.

lunes, 23 de mayo de 2011

·2011, 0.48 am·

He olvidado la creación. Así como los teóricos han olvidado la literatura misma, sumergiéndose en ese mar posmoderno de los discurso interculturales, intermodales, inter no sé qué cresta, donde ya no existe la obra misma, el texto mismo, la literatura misma. Y yo... yo he olvidado la creación. Y es que supongo que me he convertido en "uno más" de los miles de aficionados que escribió de adolescente, de esos que (me da risa escuchar) gustaban de "escribir cuentos". Doy pena en este rincón olvidado, en este desierto árido, el más árido de Chile. No hay frutos en este desierto, ni siquiera un brote, no hay nada: es blanco, blanco y gris. La esterilidad en su máxima expresión. Mi propia esterilidad retratada, reflejada. Una suerte de combo en el alma.
Y cada vez que me asomo aquí es porque la felicidad se ha trizado por algo. Pero son trizas tan miserables, que solo alcanza para escribir un par de líneas. He forjado una gran pared en contra de los demonios y al parecer estos se han aburrido de intentar traspasarla. Así que soy estúpidamente feliz, estúpidamente académica, estúpidamente teórica... pero en el fondo no hago nada. Me quedo en lo superfluo, en lo inter-disciplinario (que es lo que la "lleva" hoy en día, jah), en lo inter-sentimental. Me quedo en facebook y no en mywindowpane. Me quedo en el libro que, supuestamente me representa, y no en el abismo de asomarse a mi ventana. Esta ventana en donde se encuentran ocultos los más recónditos sentimientos que no pertenecen a ningún área de análisis... Esta ventana que me recuerda lo importante de reflexionar (y no sobre la relación entre la marginalidad en tales textos, ni lo femenino en blah y blah), sino que reflexionar en mí misma y en mi alma... reflexionar sin inter disciplinarme con nada, sino solo Celeste... con la Celeste. 
Me gustaría reencontrarme más, dejar la esterilidad y escribir a destajo. No poesía, ni tampoco novelas. Quizás cuentos, o quizás solo estos delirios que me han acompañado durante siempre. Quisiera poder escribir. Y punto.
 Poder escribir con líneas, aunque sean débiles, este texto incompleto que llamo (mi) vida.

martes, 30 de noviembre de 2010

·Don't look back into black·

Esas sombras que aún me persiguen, pisándome los talones, tirándome hacia atrás. Y cada vez que doy vuelta la cara para intentar distinguir entre la oscuridad se interponen entre tú y yo, ganando la carrera, la medalla de oro. Y entonces se ríen y bailan mientras yo, sola en ese rincón, oculta entre las ruinas de un pasado lejano que llevo a cuestas, veo que las ninfas cobran vida. Bellas, majestuosas. Y yo, decrépita, sólo sé observar desde ese rincón, despojada ya del yunque de mis espaldas, pero olvidada, pero abandonada, pero vencida. 

Yo no soy quien mira hacia atrás, sino que es ese atrás el que me escruta con violencia, el que me vigila, esperando el momento exacto para destruirme.  

martes, 7 de septiembre de 2010

·Julio y agosto·

Julio y agosto transcurrieron sin letras que atestiguaran su existencia. Realmente me cuestiono si sirvo para esto de la escritura creativa, o si estoy destinada a perecer enterrada en el hoyo secundario de los académicos (esos que saben leer, pero no escribir). Quisiera la tumba de los escritores, que está al ladito, pero es mucho más alta (y más escasa). En fin. Julio y agosto... ¿Qué fue de ellos?
Hoy supe de la imbecilidad de los posmodernos al querer realizar poesía sin mímesis.
Y es que la mímesis lo es todo, ¡todo!
Si digo "sol" me estoy refiriendo no a un concepto, sino a un ente de la realidad. Si me refiero a un ente de la realidad, a través de otro formato que no sea la realidad misma, estoy necesariamente IMITANDO. Pero no, ellos querían escribir sin mímesis.
Así que julio y agosto no tienen su correlato. No tienen la compañía de las letras que les darían vida eterna (o eterna hasta que blogspot decida desaparecer). Julio y agosto no tienen su mímesis.
Pero fueron buenos meses. Buenos como todos los que he tenido hasta ahora.
Quizás me falta la gota adolescente para crear textos de mayor intensidad, y al parecer mi desorden hormonal no es suficiente para volver a los 17.
En fin, julio y agosto quedarán, al menos, grabados como los meses de menos inspiración.
O quizás como el vago pero indudable registro de mi incapacidad literaria. O quizás la triste realidad representada a través de un hueco en una página web. O quizás todo eso junto. O quizás nada de eso.

jueves, 3 de junio de 2010

·Pasado imperfecto·


Un grito apagado,
un ojo girando,
una noche de llanto,
un tiempo acabado,
la sonrisa inventando,
la mano carcomida,
la sonrisa perdida,
tu son-risa ahora es llanto,
y yo, yo culpa,
yo ruina, yo causa,
de la boca torciente
de la luna en eclipse
de la llama mojada,
de la vida acabada.

martes, 4 de mayo de 2010

·La ira·

Esto ya se está convirtiendo en una especie de diario de vida, como aquellos que con tanto fervor solía llenar de tinta durante la infancia. Supongo que desde ese momento me hablo un poco a mí misma, y puedo escribir en primera persona sin sentirme demasiado yo-yoísta. Aunque finalmente sí, me gusta hablar de mí misma (y a mí misma), pero me gustaría también que los demás no interpretaran mis escritos como el reflejo de mis sentimientos, porque claramente los coloreo y lleno de palabras retóricas y literarias (esas que Morelli intentaba evitar a toda costa).
Quizás no sea tan mala esta idea de una especie de diario de vida literario, aunque siempre dejando en claro que el narrador nunca debe ser pensado como lo mismo que el autor, por más que este haga reiteradas alusiones a la realidad.


Entonces comenzaré escribiendo que hoy me he sentido oficialmente frente a una pared obstinada y algo irrespetuosa. Lo que más me gusta, de hecho, es que estas líneas jamás me responderán inmediatamente a mis continuos ataques (a menudo frontales). No es sino su relectura la que me da las respuestas... sin embargo ahora, en este preciso instante, puedo llenarla de garabatos e insultos y la respuesta será... nada, o más bien, sólo esa sumisión de la hoja, en donde todo cabe. El problema es quizás esa relectura y el momento en el que te abofetea, o se ríe de ti. El momento aquel es para mí el peor, porque el shock es inevitable. Mi impotencia y mi incapacidad de manejar la ira quiebra mi voz antes de poder devolver el ataque con dignidad... sin embargo la ira estalla mucho antes dentro mío, reventando mis vísceras, que comienzan a salir y chorrear junto con la sangre a través de lo múltiples orificios con los que el ser humano ha sido dotado. Así que en esas situaciones prefiero abandonar.
¿Pero abandonar para qué? ¿Para qué ponerse tapones en los orificios? El resultado será evidente: la podredumbre. Así que ando un tiempo así, media podrida, fétida de ira y de esa explosión llena de azufre que condena mi estado de ánimo por algunas horas.

Hasta ahora el olor se hacía insoportable, pero supongo que disminuirá, como siempre lo hace. Y no hago más que esperar a que esa pared fría se haya entibiado un poco, para que me responda y no me ignore tan blanca, tan lisa, tan lejana.

domingo, 2 de mayo de 2010

·Sentido·

La relatividad de los asuntos es algo que a veces me desespera. ¿Por qué en ciertas conversaciones no puede darse, mágicamente, el unívoco? Ciertamente simplificaría un montón de interpretaciones erróneas y, además, nos ahorraría una serie de malentendidos absolutamente no deseables...
Pero, ¿qué haríamos con la literatura? Si la literatura se transformara en unívoca perdería todo aquello que nos llama a leerla y releerla, a quedarnos estirados en la cama, con el libro terminado en la mano y mirando el techo, intentando digerir. Si la literatura tuviera una sola respuesta, estaríamos quebrando el principio de informatividad (sí, jajaja, lingüística del texto es algo que me tiene un tanto traumada) y le creo a De Beaugrande y Dressler que nos aburriríamos como ostras. Sería "más aburrido que acuario e' almejas", como decía un amigo...
Y sin embargo sería tan bueno que en ciertas ocasiones hubiese un sólo sentido en lo que se transmite. Seguramente dejaríamos de repasar las palabras una y otra vez en búsqueda del sentido que nos beneficiaría en un grado mayor, para darnos cuenta finalmente que, aunque tras la dislocación del entorno pragmático, nuestra interpretación quede bonita y cerrada en sí misma no es, lamentablemente, lo que en verdad se quiere decir.
¿Pueden verdaderamente coincidir el emisor y el receptor en lo que se dice? Porque... todos sabemos lo que una mesa es, pero para mí es café, más o menos pequeña y con seis o cuatro sillas. Pero para ti es, quizás, una mesa enorme con ocho o más, ovalada o rectangular. No. Nunca podremos coincidir más que en un 90% o quizás menos. Y así cada uno con su mundo textual...
En fin, me gustaría que en este momento la frase que analizo tuviera menos de dos interpretaciones, y que la duda o la certeza de que la interpretación mía es la fantasiosamente errada no me persiguiera justamente ahora, cuando una lágrima se desliza por mi mejilla.

jueves, 29 de abril de 2010

·Faces·


El simulacro te traicionará en algún minuto, en cuanto esa máscara pálida y fría pierda su contextura, cuando la fisionomía delate tu doble estándar, o cuando las disyunciones se acaben ineluctablemente.
Entonces veremos ese cráneo negro, sucio de mentiras y de apestosas farsas. Y los huesos podridos ya no podrán recuperarse. Estarán muertos y carcomidos por el cáncer en fase cuatro, por la ficción y por el teatro.

viernes, 16 de abril de 2010

·Veneno·


Esa copa de veneno negro, en la esquina de la mesa. Una aureola oscurece la madera, donde la copa de veneno negro se apoya, pudriendo. El cristal de esa copa de veneno negro, salpicado de veneno negro. La mano que en un ademán violento sujeta la copa de veneno negro, dejando caer de ese veneno negro, en un traje también negro. El líquido negro que golpea las ventanas, acompasando el momento con una marcha, tac tac tac tac. Suena el vidrio, herido por esa lluvia negra, que penetra por la hendidura corroída que nunca reparó. La mano sujetando la copa de veneno negro, sintiendo el calor tóxico vulnerando las capas de la piel. Ese veneno negro, en esa copa contenido. De un trago se lo bebe, se bebe el veneno desde la copa de veneno negro, y siente poco a poco morir sus entrañas, el grito desesperado de sus órganos, y luego el silencio,
el silencio y un sueño negro.

martes, 13 de abril de 2010

· - ·


El peligro que me acosa, me sanciona.

La razón que me cobija, se diluye.
El miedo, aliado eterno, se transluce.
Y esa mano, amada mía, que me toma.

La sombra en el parapeto, me repite.
El calor de mis mejillas, me incinera.
El simulacro de ojos verdes, se desmiente.

Y esa lluvia que me aplasta y que me yerme.

Te repito en el peligro que desmientes,
te sujeto con la mano que incineras,
la razón que nos persigue se desmiente,
y esa lluvia nos aplasta y nos yerme,
amado mío...
el calor de mis mejillas me sanciona.


jueves, 25 de marzo de 2010

·Fugitiva·

La inspiración se ha ido disipando, como quien, expirando el humo del cigarro, ve desaparecer entre las transparentes partículas de aire (y smog, y sudor) a las no-transparente partículas de tabaco.
Así es que cuando me miro en este espejo me deduzco fugitiva.
Ya no hay sombras que me conmuevan y me retuerzan el alma con instinto asesino.
Ahora soy feliz.
La felicidad me parece tan fugitiva como yo, promiscua y toqueteada.
Ahora lo estoy comenzando a comprender todo...
por qué me he alejado de la escritura
por qué considero que la universidad no es mi único mundo
por qué mi rostro ya no es serio cuando camino
por qué estoy escuchando canciones poperas
por qué me alegra pintarme las uñas azules
Y es que las ataduras han desaparecido.

Estoy consciente de que jamás había escrito algo tan precario y falto de intriga (ese gustito que me guiaba como un vaivén de una oración a otra, sin el mayor peligro de perder el ritmo).
Ahora debo reinventarme como escritora.
Ahora debo aprender a escribir desde distintos ángulos.

¿Pero cuánto, cuánto me va a costar?

De cualquier forma soy capaz de cambiar la escritura por la felicidad.
Esa felicidad que de promiscua ha llegado a pertenecerme.

Sólo espero encontrar el hilo que me permita salir del laberinto de la no-creación.
Y dejar que las letras me alcancen para sumergirme en ellas.

jueves, 10 de diciembre de 2009

· No videntes ·


A ratos parece ser que la ceguera es inherente al ser humano. Y no me estoy refiriendo a aquella que, literalmente, blanquea los ojos simulando el firmamento otoñal, sino a aquella que -esta vez no literal- derechamente no deja ver. Y es que a ratos las personas terminan sumergiéndose en un océano turbio de peces confusos, perdiéndose entre la marea escandalosa, entre las olas que no dan tregua a la bocanada de aire que el cuerpo necesita.
A ratos me veo sentada en un muelle observando ese océano.
Algunos de mis amigos tienen cataratas en los ojos. Claro, no está diagnosticada, porque nadie puede verla. Seguramente podría ganarme un premio mundial con el siguiente descubrimiento: las cataratas no son un fenómeno de los ojos, propiamente (aunque el Niágara escurra por tus pupilas, créeme, no tienes la enfermedad). El método científico me acompaña, y eso que harta desconfianza le tengo. Supongo que el tenerlo de mi parte logrará que mi voz sea oída por aquellos que se niegan a hacerlo (esa es otra enfermedad que procuro investigar en un tiempo más). Siguiendo al pie de la letra lo que de él (el método científico) me enseñaron durante el colegio, enumero:

1.- Observación: lo primero que me llamó la atención fue notar la realidad de que, aunque muchos estuviesen mirando exactamente hacia el lugar en que el hecho estaba sucediendo, nada podían entender acerca de él. La observación la realicé durante muchos años, incluso conmigo misma (para los más exagerados).

2.- Hipótesis: la enfermedad comúnmente llamada "cataratas" no ataca exclusivamente a los más ancianos, ni se manifiesta con una leve tela blanca que va cubriendo lentamente la pupila. A esto, propongo: afecta a todos por igual, ya sean niños, adultos, adolescentes, jóvenes, viejos, vejetes, y demases. Se localiza en: algún área del cerebro.

3.- Experimentación: esta es, seguramente, el área más complicada para muchos. Sin embargo, a mí no me resultó difícil: prácticamente todos tenemos una leve cantidad de cataratas -que ahora llamaré "cataratas cerebral".
Para mantener la confidencialidad, no daré nombres ni algún otro dato.
El experimento consistió en agrupar a una cantidad determinada de personas que fueran lo que se llama "muestra". Sus edades fluctúan entre el primer año de vida y los cien años. Cada uno de ellos me relató alguna historia personal: cualquiera. Luego pregunté la misma historia a sus parientes, amigos, ex amigos, ex novios, novios, etc. Las historias variaban considerablemente y la mayoría de ellas se correspondían mejor entre las de las personas ligadas al relato mismo, que la persona que me lo narraba.
A partir de esto, construí una gran cantidad de gráficos separados tanto por edades como por sexo. Increíblemente la tabla mostraba una similitud insospechada: casi todos los niveles eran iguales, aunque se tratara de diferentes edades, estratos sociales absolutamente distintos, o lo que fuera, todo se resumía en lo mismo: y es que los sujetos de mi experimento solían no hacerse plenos protagonistas de sus historias. Maravillosamente suavizado, el pasado que ellas rememoraban siempre era mucho menos crudo o más feliz de lo que las demás personas ligadas al hecho recordaban. Incluso aquellos sujetos que mayores problemas sentimentales tenían actualmente (lo cual también se anexó como otro gráfico), solían minimizar las situaciones.
Este insospechado resultado me llevó a considerarlo como un fenómeno físico. Es así cómo llegué al estudio del corazón. Increíblemente descubrí que, además de sangre pura y limpia, el órgano transporta una hormona específica y exclusiva hacia el cerebro: esta hormona se activa en ciertos recuerdos y/o situaciones (generalmente pasajes tristes de la vida). La hormona es secretada por el corazón hacia el cerebro por una arteria específica (que aún no bautizo, pero que empíricamente existe), y tiene la labor de "empañar" la zona del cerebro que almacena o que está tramitando la situación. De esta manera, el corazón, irracional como sabemos, actúa ante los sentimientos bombeando algo más que vida: bombea mentiras.
Las cataratas cerebrales son, por tanto, parecidas a aquellas que solíamos nombrar cuando nos referíamos a los ojos nublados de algún anciano. Sin embargo, a la luz de este experimento , podemos ahora referirnos a aquella zona del cerebro que ha sido intervenida por tales hormonas. El resultado, como dije, consiste en que la persona tiende a olvidar o a sublimar el hecho recordado o vivido. Se presupone que es un mecanismo de defensa propio del cuerpo humano.

4.- Conclusión: las cataratas de ojos nada tienen que ver con la cerebral. El que un velo cubra el globo ocular no indica que no puedas VER. Quienes realmente no pueden ver con la claridad necesaria son aquellos que inconscientemente fueron ayudados por la hormona recientemente descubierta. Siendo así, la estupidez humana de no ver lo obvio aunque esté frente a sus narices podría tener alguna cura. Seguramente algún laboratorio del futuro creará el remedio para que el corazón deje de engañar al cerebro.

Por ahora, recomiendo un par de cachetadas. Si no funciona, entonces no hay cura: sólo si la persona quiere ver, puede hacerlo. Entonces, una segunda hormona será secretada desde el cerebro mismo (quizás desde la hipófisis) para atacar a la que el corazón envió. La batalla actuará como limpiavidros del cerebro y de los ojos. Abuelito, si tiene de esas cataratas que no le dejan leer estas letras, despreocúpese: la enfermedad realmente terrible está en la cabeza misma.

Y como dice la frase no-latina: "No hay peor ciego que el que no quiere ver".

viernes, 9 de octubre de 2009

· Lluvias inesperadas ·


Septiembre se ha hecho invisible.
Ha olvidado mis palabras.
Ha olvidado mis (des)dichas.

Se ha olvidado a sí mismo y no dejó un rastro.
Sus huellas desaparecen como el veintinueve de febrero.
No nació en un hospital concurrido, ni su entierro se efectuó en cementerio moderno.
Pasó como un fantasma aún más invisible.
No dejó rastro de mis elucubraciones.
Ni de sus flores recién creadas.
Ni de sus banderas.

Ha olvidado sus huellas.
Porque
su padre olvidó fecundarlo.
o su madre quizás era estéril.

Y entre agosto y octubre no hay nada.
Ni siquiera un espacio que recuerde su existencia vacua.
Ni siquiera un link en blanco hacia un destino falso.
Porque
su madre y su padre (yo) olvidaron que vivió, tornasolado bajo un sol tibio.

Entonces decidió caminar sobre sus recuerdos
borrando como supo las secuelas de su visita.
Así, sutilmente y sin rencores
septiembre lloró.

miércoles, 19 de agosto de 2009

· A tu importancia ·


El viento sórdido hiere - helado, rápido, asesino. Corta la carne, congela los huesos, cercena los extremos de las sonrisas amables (como un látigo daña el cuerpo), con rapidez insaciable perfora las nucas y con su silbido histérico acalla los quejidos. La oscuridad, aliada de ciertos tiempos (ajenos, antiguos, olvidados), me persigue, me abruma, me alcanza. Y el cuarto, de cinco paredes familiares, se achica y derrumba sobre mis hombros.
Las cinco paredes con cinco puertas cerradas (con llave, candado, cerrojo, cadenas), con luz tenue: más baja, ás baja, s baja, baja (excepto una). Cuatro puertas en donde el gas fallece, el calor fallece, el dolor crece (y la humedad también). Musgo en las orillas, entre la madera y el concreto, en la lámpara que ya no vive, en el nombre indescifrable. Musgo en las cuatro puertas (excepto en una).
Y el viento se cuela (y hiere), demacrando rostros.
Entonces la oscuridad fagocitará la última llama, absorbiendo la luz, quizás el calor. La quinta puerta se someterá. Las enredaderas microscópicas, que no florecen (y que no necesitan sol), ahogarán sus huecos hurtando el aire, creando bruma, transmitiendo el frío. Y las cinco puertas formarán un pentágono perfecto (del dolor).
Y allí viene, (oh, cuchillo imperecedero) a quebrar mis sueños como aquel espejo. Y allí vienes, (oh) a amortiguar mi vida, a negar mi vida.


Pero apareces tú, a quitarme la escarcha de los ojos cansados, a hundirte en ellos como tibia energía. Apareces tú, riéndote de la ingenuidad del viento, traspasando su filo letal con tus manos. Apareces tú, el par inédito de la quinta puerta... apareces tú ( y no otro ) porque eres (tú) el único que puede traer mi cuerpo gélido (inerte, melancólico) de vuelta a la vida. Eres tú el que acogerá mis risas en tu rostro satisfecho, y eres tú el que acariciará mi pelo esparcido en tu pecho.

sábado, 13 de junio de 2009

· Disculpas a mí misma ·

Qué frío se tiñe este cuadro cuando mis tiempos no han sabido más que llenarlo de ausencia.
Qué triste se torna mi mano cuando no sabe escribir más que espacios en blanco.
Las letras desengañadas me gritan traidora, cuando la academia se roba mi magia y ya no sobran para esta Arcadia...
esta Arcadia precaria ya desierta, tan pequeña... tan seca de palabras y de encantos.


[No temas, partitura vieja, el compás vendrá a dibujarse: delinearé cadenillas en tus espacios vacíos y dejaré silencios sólo cuando así brillen las negras.]

miércoles, 15 de abril de 2009

· Es Ca Pe ·



Siempre he sentido que hay momentos implícitos para escaparse de lo cotidiano, y que la gente pasa a su lado ignorándolos por completo, mirando a través de ellos como si fuesen simple bruma, simple vidrio que empaña un poco el paisaje sin ser capaz de determinar nada...
Es como si fuesen incapaces de comprender la realidad desde afuera, siendo una especie de tercera persona impersonal, o narrador semi-omnisciente (porque es sólo un observador y no un sabelotodo). No digo que yo lo sea, y que esté por sobre esos cientos de pies y brazos que recorren las calles. Pero sí creo que el sentido se lo encuentro a la vida en los detalles más pequeños, de una manera casi...

Camino hacia mi casa. Es un día como cualquier otro: requirió un sacrificio en la mañana, luego de una noche de estudio, soportó el olor a humano en el transporte público, el cerebro trabajó con intensidad.
Camino hacia mi casa. A esa hora no me gusta escuchar música. El calor y las guitarras rockeras no pegan, sino que abruman. A menos que sea algo suavecito. No. Durante el viaje no, cuando camino sí. Un suavecito Are you there.

O quizás sin baladas. Quizás sólo oyendo el viento que roza mi cara, mis ojos, que eleva mi pelo. Y entonces me siento dejar de caminar y floto. Floto hacia mi casa, dejándome llevar por esa brisa del atardecer, de los autos rápidos y apurados por llegar a alguna parte, de las personas histéricas por el bullicio. Y es mágico... me paseo entre aquellos que no sienten la felicidad de contemplar el cielo, el movimiento de las hojas de los árboles altos... Floto hacia mi casa mirando el detalle, aunque sea mínimo.

Observo la vida. La vida me llena de sentimientos, que se revuelven, que me renuevan, que me entretienen. Y me maravillo de su existencia en cada una de sus expresiones, incluso en aquel viento que me dirige, que es inerte, pero a la vez tan lleno de significados...

Llego a mi casa. Abro la reja. Vuelvo a lo cotidiano. Pero ya tuve ese momento de escape. Semi-romanticista. Sólo falta la mano que abrace la mía [Tú].
El mundo es perfecto. Podemos hacer lo que queramos, podemos ser semi-omniscientes y mirar desde afuera. Sí. Y eso me renueva. Podemos dejar llevar nuestra vida por la vida misma.

Y yo soy feliz sintiendo el aroma de ese juego que brota cada vez que camino hacia mi casa. Sonrío porque sé que hay tanto por conocer y tan poco tiempo, y que será juntos.

Nadie podrá arrebatarme este cuerpo lleno de vida. Y nadie podrá opacar la imagen del mundo que sé observar. Nadie. Incluso aunque todos me digan o aunque todos intenten convencerme, Incluso aunque estén todos convencidos... Nunca, jamás seré de los que creen, que aquel aire que respiro a bocanadas... está cargado de humo.

(I don't have a life all mine to lose. I have a life all mine to live.)

viernes, 30 de enero de 2009

· February ·

Impotente, vi caer la carga borda abajo... Una mano gigante e invisible las arrastraba hacia el mar, escupiendo mi esfuerzo, invalidando mis sueños.
Y entonces no pude más que tirarme al piso a llorar con las manos cubriéndome la cara. Así durante todo un mes... Un mes en que no podría apoyar mi rostro angustiado en tu hombro. Un mes en el que no podría sentir tu calor abrazando al mío.

viernes, 23 de enero de 2009

· PostData ·

Quizás un susurro me recuerde que he sido un tanto ingrata con las letras y con este rincón tipo baúl de escritos que tenía a medio abandonar. Sí, por no decir completamente abandonado, lo cual, por lo demás, sería mentira... ya que siempre lo tengo presente. Siempre.

Debe ser la extraña vida de los que trabajan... no he logrado acoplarme a ese horario ruinoso con todo tipo de expresión que se salga de los cánones, básicamente porque se mueve en las horas lúcidas de una persona normal. En concreto, llego a la casa y solo quiero descansar y no pensar en nada (ya hubo suficiente de eso mientras intentaba matar el tiempo que parece no correr...). Pero a la vez siempre me recuerdo mis objetivos, intentando solidificar la voluntad, intentando no ceder ante la vida de los demás... Porque es así, yo simplemente no puedo sentirme a gusto. Y no me perdonaría jamás el acostumbrarme. No me perdonaría jamás el resignarme frente a algo que no amo, sólo por necesidad. Antes, prefiero luchar hasta morir.

Quizás también estoy exagerando. El punto es que no he tenido esa chispa creativa que con anterioridad me permitía explayarme en mi queridísimo blog. Y no sé si se trata de las ocupaciones laborales aquellas o simplemente porque decidí cambiar el chip durante el verano. Aunque debo confesar que tampoco he tocado piano, y eso es lo que más me duele (precisamente porque sé que luego me dolerá no haberlo hecho cuando tenía tiempo. Hoy no duele. Mañana sé que sí).

El punto también es que he vuelvo a escribir. Es extraño. En realidad no tanto... pero por momentos, siento que mis sentimientos van a estallar, y que debo canalizarlos de alguna forma. Aunque sea de esta forma tan simplona (porque no vamos a decir que estas líneas son demasiado valiosas). Heme aquí, intentando canalizarlos. Ah! Pero olvidé decir qué era aquéllo que me sobrepasaba. Algunos lo encontrarán cliché, otros, cursi. Pero qué vah... lo que me llena hasta el punto de salírseme por los poros es nada más y nada menos que: el amor.

Ese que hacemos crecer cada día más, amor.